viernes, 14 de agosto de 2015

Una vez tuve un novio violento

Yo una vez tuve un novio violento. 

El día que me contó que había abofeteado a la mujer de su padre, supe que algún día me pegaría. Jamás me puso la mano encima, pero tampoco hizo falta. Sus constantes humillaciones se clavaban en mi pecho, como la peor de las patadas. 
"A dónde crees que vas, con lo gorda que estás."
"No sé qué pretendes, con lo poco que cobras en esa mierda de trabajo."
 "Ni se te ocurra comprarte nada, tú crees que yo trabajo para que tú despilfarres".
"No pienso hacer nada en casa, no es mi labor".
"Qué es eso de tener amigos". 
"Tus amigas son unas guarras". 

Para qué seguir. Todas sabéis de qué hablo. 

Yo era joven y creía a pies juntillas eso de que el amor duele. Pensándolo ahora, no sé bien por qué lo creía. Supongo que los pocos recuerdos que tenía de mi propio padre ayudaban. 
A mi alrededor, la mujer siempre sufría. El hombre siempre se salía con la suya. El hombre es más fuerte, el hombre es más listo, el hombre es más trabajador. La mujer DEPENDE del hombre. Económica, emocionalmente. 
Grabado a fuego sin ser siquiera consciente. 
Nadie se esforzó nunca en comentarme siquiera que eso podía ser falso. Tampoco pregunté. Como no preguntaba por qué salía el sol cada mañana. Era así, y ya. 
Estuve 5 años con ese novio. El amor duele, me decía a mí misma. Y seguía a su lado, porque YO iba a salvarle. Yo iba a cambiarle. En nombre del amor. Ese amor que duele, pero acaba bien. 
Por suerte, fui creciendo (emocionalmente) y, aunque seguía pensando que eso "era así y punto", al menos supe que YO no lo quería para mí. Un día me pregunté si quería estar así toda la vida, o ser feliz sola. Elegí ser feliz. Sola. Compartiendo habitación pasada la veintena. Pero sin sufrir. 
Pensé que lloraría ese desamor siempre, que me convertiría en mártir. Pensé que él volvería arrastrándose cuando "se diera cuenta de lo que había perdido".
Obviamente, no fue así. Nunca más supe de él. Solo espero que haya evolucionado también, no por él, sino por las mujeres que "caigan" rendidas a su mirada azul. 
Ojalá ellas sepan hacerse valer. 
Ojalá él haya entendido, con los años, que ninguna mujer es de su propiedad. 

Y si no, ojalá esté solo. 
Para que no haya una más. 

Ahora que sé qué es realmente el amor, puedo decir bien alto: QUE NO TE ENGAÑEN. EL AMOR NO DUELE. 
Y SI DUELE, HUYE. NO ES AMOR.