lunes, 26 de agosto de 2013

Nunca llueve eternamente... Y ya van 6 años

Yo no sé si se puede estar más enamorada, solo sé que a mí el amor ya se me sale de la piel.

Pasa el tiempo y esta, nuestra canción, la que abre el baile imaginario de nuestra gran boda, cobra más sentido que nunca.

No sé si es a Dios a quien le pido, pero suplico que "me alcance la vida y me dé tiempo para regresar aunque sea tan solo un poco de lo mucho que me das".

Hoy hace 6 años que empezó este sueño, que llenaste mi vida de luces, que me acariciaste la cara, que me secaste las lágrimas, que me besaste con dulzura.

Sé que alguna vez te soñé, y hasta eso superaste.

No voy a hablar ahora de lo mucho que me has sorprendido en tu faceta de padre, pues ya lo hice aquí.

Hoy quiero agradecerte como hombre, como persona, las maravillas que haces por mí. Lo inmensamente feliz que me haces cada uno de mis días (incluso los que parece imposible sacarme una sonrisa).

Agradecerte, una vez más, que te cruzaras en mi vida aquel 26 de agosto, y decidieras, ese mismo día, que mi camino sería también el tuyo.

TE AMO CON LOCURA


domingo, 25 de agosto de 2013

Que no inventen

Creo que hoy si no escribo, reviento.

No puedo soportar el dolor de no verte durante horas. Sé que pocos lo entienden, y por eso es muy probable que este escrito no vea la luz.

No tengo ganas de justificarme una y otra vez. No me apetece ese constante "va, no exageres, si solo  son unas horas" o ese "ya verás, en el fondo te irá genial, así la coges con más ganas".

Siempre igual, siempre incomprendida ¿Que tengo que trabajar? Sí, por supuesto, hoy en día no me queda más opción.

Pero que no me digan que me irá bien estar sin ti.

Que no intenten convencerme de que es lo mejor para las dos.

Que no inventen que lo necesito  para sentirme realizada.

Yo me siento realizada con tu despertar de caricias, con tu desayuno de canciones, con nuestros paseos de descubrimientos, con estos pequeños momentos en que duermes y puedo escribir lo que siento.

No es cuestión de "qué bien se está de vacaciones".

Es cuestión de no perderme un segundo de tu vida.

Es cuestión de no estar todo el día tan cansada que me cuesta hasta jugar.

Es cuestión de detenerme en tus progresos, de pararme a ayudarte en los errores.

De darme cuenta.

No quiero echarte de menos por culpa del maldito dinero.

Ni un solo segundo.

martes, 20 de agosto de 2013

Mis rarezas y yo

Hoy te explicaré cómo soy. Si estás leyendo esto y no te pica la curiosidad de saber un poco más de mí... te recomiendo que dejes de leer y pases a otra cosa, porque este es un post narcisista, como dirían mis queridas y admiradas  Morada y Trimadre

Inspirado totalmente en esta recomendación de Nieves, y con el ánimo de dar respuesta a todos esos Premios (gracias, mil gracias) que me habéis otorgado y se han ido quedando vacíos en el camino.




Collage tras una sesión de autofotos (al menos, divertida)



Empezaré por contarte que estoy cargada de miedos, aversiones y FOBIAS.

Algunos muy chorras, como mi aversión al número 4. No me preguntes por qué, pero lo evito siempre. Si tengo que comer croquetas, comeré 3 o 5, pero nunca 4.

Si he de levantarme del sofá, miro el reloj y son, por ejemplo, las 16.44h... esperaré un minuto antes de hacerlo.

Pero también tengo otras fobias más o menos graves, que sí afectan a mi día a día.

Como la claustrofobia. No subo a un ascensor por muy cansada que esté o muy arriba deba subir.

Y no solo eso, antes de entrar en el baño de cualquier lugar público, sean bares o cines, mi hombre inspecciona el lugar , me informa sobre el tipo de cerrojo y, a partir de ahí, decido si seguir haciéndome pis durante toda la sesión o descargar en su lugar, evidentemente, SIN cerrar jamás la puerta. Sí, algún "susto" he tenido, sí...

También tengo fobia a conducir (amaxofobia se llama, por si piensas que soy la única...). En abril de 2014 toca renovar el carné. JAMÁS he conducido un coche desde que aprobé el examen, un 14 de abril de 2004 (sí, 14/04/04, y aprobé, lo que debería haber terminado con mi fobia al 4...).

                  Estudié psicología porque necesitaba "comprender" la mente humana. Me licencié sin haberla entendido, pero por el camino aprendí que la vida puede ser entendida da tan diferentes maneras, que solo el egoísmo humano es tan vanidoso como para hacernos creer que la nuestra es la única correcta.

No he ejercido nunca "oficialmente", pero disfruto como loca cuando mis amigos vienen a mí en busca de consejo "experto". No sé si lo obtienen, pero siempre trato de escuchar sin juzgar, y solo aconsejo cuando me lo piden.

                  Nunca he tenido nada parecido a un sueño, meta o ambición. Hasta que nació mi niña. Ese día todo cobró el sentido que le faltaba. Mi vida no fue vida hasta que ella apareció.

                  He cumplido ya los 34 años, aunque en mi tarta hace cuatro que solo pone un interrogante. Empiezo a tener arrugas de verdad, nada de líneas de expresión, y el tinte que hace un tiempo me ponía por gusto es ahora una necesidad inevitable.

                  Cuanto mayor me hago, más me molestan las aglomeraciones. Disfruto cada vez más del silencio y el minimalismo.

                  Nunca voy maquillada. Nunca, ni siquiera cuando debería. Quien me quiere mucho dice que no lo necesito, pero yo sé que sí, y cuanto más tiempo pasa, más, pero reconozco que me puede la pereza.

                  Soy incapaz de dormir si no tengo parte de mi cuerpo tapada, aunque sea con una sábana finita. Esté donde esté y haga la temperatura que haga.

                  Me horroriza hablar por teléfono. Sí, Whatsapp me ha salvado la vida. Si algún día ves una llamada mía... Corre a devolverla, porque fijo que es de máxima urgencia y/o gravedad.

                  Cuento a mis amigos con los dedos de una mano. Hace mucho que descubrí que eso que llamamos a boca llena "verdadera amistad" está terriblemente sobrevalorado.

Hay amigos muy buenos, de esos que nos acompañan en el viaje, al lado nuestro, ni delante ni detrás, durante el tiempo que ambos decidimos. Cuando marchan, sea la razón que sea la de esa marcha, hay que saber decir adiós para siempre, y mantener lejos el rencor, la nostalgia o la rabia. Se cruzaron en nuestro camino un día, cumplieron su objetivo y se fueron, o nos fuimos nosotros, eso no importa demasiado. La vida es eso: un ir y venir de almas.

                   La paciencia no es uno de mis fuertes, aunque a veces quien me conoce dice lo contrario.

                   Soy catalana porque el día que me dio por nacer, mi madre estaba aquí. Sí, ella también nación en Catalunya, vivió y murió aquí. Pero para mí eso son casualidades. No soporto las banderas, las fronteras ni los patriotismos. Ojalá todos fuéramos conscientes de que habitamos un solo mundo, precioso, enorme y generoso. Un mundo que nos estamos cargando a base de obsesiones por partirlo.

Desde que decidimos mirar por encima del hombro al vecino, empezamos a destrozar nuestro futuro.

                 Única y exclusivamente escucho música en español. Me importa más bien poco que por ello me tachen de inculta musical o lindeces similares. Fan acérrima de Alejandro Sanz, oyente fiel de Malú, Diego Martín, Antonio Orozco, David de María, Dani Martín y hasta Conchita.

                 Me gustan MUCHO los reality. No me pierdo ni una edición de Gran Hermano, y entre edición y edición, me trago cualquier otro reality que emitan para rellenar. Sé que hay muchísima gente que no entiende este punto. Que cree que ver esos programas está reñido con la inteligencia. No me considero tonta, la verdad. Me gusta ver la tele para ENTRETENERME, y soy voyeur por naturaleza. Lo mejor de GH es, sin duda, la tertulia que favorece el programa, los momentos de risas, la distancia de la cruda realidad.

                 Vivo enamorada hasta las trancas de un hombre que apareció en mi vida de sombras para llenarla de luz deslumbrante, hace ya seis hermosos años.

Él es mi hombre perfecto, (como diría Nieves aquí), mi compañero, mi mejor amigo y mi buen amante.

                 Resulta demasiado obvio terminar diciendo que mi vida y mi yo verdadero giran en torno a una pequeña de ojos grandes, melena rizada y sonrisa de ensueño. Pero no por obvio es eludible.


Todo eso que os he contado que soy lo soy por y gracias a ella.

jueves, 8 de agosto de 2013

Ohana significa familia

Ohana es sentimiento.

Ohana es magia.

Ohana es delirio trasnochador.

Ohana es un "vamos a transformar las sombras en luces".

Un "vamos a convertir las lágrimas en risas".

Un "no pienso permitir que caigas".

Ohana es "desaparece si lo necesitas, estaremos aquí, en el mismo sitio, con la misma sonrisa, cuando decidas volver".

Ohana es encontrarse en las diferencias.

Ohana es apoyo y respeto.

Ohana es aprendizaje mutuo.

Ohana es mucho más que un grupo de madres que se encontraron por casualidad. Entre otras cosas, porque yo no creo en las casualidades. Todo pasa por algo... y yo caí en Ohana cuando las sombras de la maternidad acechaban, amenazando con oscurecer lo más bello. "Caí" en este grupo cuando a punto estaba de caer en el sentido más literal.

Y gracias a mis chicas Ohana, sé que no estoy ni tan loca ni tan sola como creía.

Gracias a ellas sé que debo quererme un poco más, que no soy tan horrible como el espejo me hace ver (¿verdad, Bego?).

Ohana es mucho más que este puñado de palabras.

Ohana traspasa fronteras y franjas horarias.

Ohana es inmenso.

Y estoy muy orgullosa de formar parte de ello.
(Aunque mi autoflagelador se empeñe a veces en insinuarme que no soy digna, y que no está bien creerse grande).

¿Qué es Ohana? ¿Y tú me lo preguntas? Ohana eres tú (Ohana también es humor, que quede claro).

viernes, 2 de agosto de 2013

Se acabó... Por tres semanas

Se acabó el bolso gigante, es hora de riñonera hippie.

Se acabaron los trajes, es hora de bombachos.

Se acabó la base de maquillaje, es hora de cara lavada.

Diría que se acabó la esclavitud del reloj, pero eso no es posible desde que soy madre.

Se acabó el despertador "digital". Durante tres semanas, mi único despertador será mi niña.

Se acabó el fingir sonrisas, éstas saldrán solas, de forma natural, entre arena, olas, sal y juegos.

Se acabó el convencionalismo, las normas estrictas, el echarme de menos.

Solo son tres semanas... pero 21 días seguidos siendo yo, mi yo de verdad, es más de lo que ahora mismo puedo desear...