martes, 29 de octubre de 2013

¿Qué hago con los traumas?

¿Recuerdas mis rarezas? Pues también tengo traumas.

Traumas paralizantes, traumas agonizantes. Traumas que casi siempre me impiden avanzar. 

Traumas con los que siempre viví... O sobreviví...

Traumas que se esconden al ignorarlos. 

Aprendí a vivir con ellos, evitarlos y seguir. 

Pero mi niña ha venido a terminar con ellos.

Todo obstáculo en el camino de su (buen) crecimiento debe ser retirado. Es mi obligación.

Es imposible seguir rebozándome en mi charco de porquería, no si traje al mundo una vida. 

Cierto es que una infancia repleta de desastres fomenta los traumas... O los miedos, o los desequilibrios...

Pero no es menos cierto que después, cuando tu capacidad de análisis te lo permite, es TU decisión qué haces con ellos. Seguir escondiéndolos eternamente, vivir de espaldas a ellos, ignorarlos, o plantarles cara, por mucho que te arriesgues a que te saquen los colores.

Por experiencia te diré, y si estás leyendo esto puede que hasta te interese mi consejo, que tratar de vivir eternamente ignorando tus traumas es prácticamente imposible, al menos si tu intención es mantener la cordura. 

En mi caso ha sido mi hija, cuya sonrisa se encarga cada día de recordarme lo importante que es la vida y saber vivirla. 

En tu caso puede ser cualquier otra cosa. Algo o alguien que aparezca en tu vida y haga tambalear tus cimientos, te obligue a quererte y te ayude a enfrentarte a todo eso que te hace sufrir. 

Créeme, vale la pena.

Hay quien dice que soy valiente. Yo creo que, de hecho, soy muy cobarde, por permitirme vivir tantísimos años a la sombra. 

Puede que el miedo me paralice, pero al menos ya di el paso, ya avancé. 


Ahora sólo queda ir hacia adelante. 

viernes, 11 de octubre de 2013

Perdón... Y GRACIAS. Feliz cumple

Hoy es tu cumpleaños y quiero pedirte perdón.

Perdón porque te adoro, pero no estoy segura de que esa intensidad te llegue siempre.

Perdón por la falta de tiempo.

Perdón por la falta de abrazos.

Perdón por las caricias. Intensas, pero escasas.

Perdón por la falta de fuerzas para seguir tu ritmo.

Perdón por sorprenderte cada vez menos.

Perdón por amarte con locura pero demostrarlo menos de lo que mereces.

Perdón por no reír lo suficiente con los chistes de humor absurdo que a ti te provocan carcajadas.

Perdón por el cansancio, que suele inundarlo todo.

Perdón por dormirme antes de llegar a la cama.

Perdón por no saber integrarme en ese círculo del que ya venías.

Perdón por la falta de atención cuando el trabajo lo convierte todo en caos.

Perdón por todo... Y gracias.

Gracias por mirarme como me miras, por seguir acariciándome la cara, por hacerme la cena todas las noches mientras me pongo al día con mi vida 2.0.

Gracias por seguir despertando con una sonrisa, por secar mis lágrimas de estrés, por cuidar de mi (poca) familia como si fuera la tuya.

Gracias por soportar mis histerismos.

Gracias ser el mejor compañero de viaje que jamás pude siquiera soñar.

Te amo, mi vida.

¿Todavía? SIEMPRE

lunes, 7 de octubre de 2013

Yo decidí aprender

De todo se aprende.

Tú sabes perfectamente que no puedes gustar a todo el mundo. Lo sabes y lo aceptas, a boca grande, con toda seguridad.

Pero entonces llega un día en que te sientes insultada por alguien que NO TE CONOCE DE NADA.

Y tú, lejos de asumir que, simplemente, es una de esas personas a las que, de forma inevitable, no gustas, vas, y te ofendes.

Te duele. "¿Cómo va a pensar eso de mí?"

Te da rabia. "No, no puede ser. Tengo que hacerle cambiar de opinión."

¿¿¿Perdona???

¿No era "lo más normal del mundo"? ¿No lo aceptabas con TOTAL naturalidad?

Pues resulta que no. Que te duele no gustar. Que te entrenaron para recibir halagos, pero no insultos.

Me ha pasado hace poco, hace muy poco. Y cuando a punto estaba de dejarme llevar por la rabia... Yo misma me pregunté: ¿qué es lo que te ofende tanto? No puede ser la opinión de esa chica, si no la conoces de nada, si solo habéis intercambiado algunas frases, nunca superiores a 140 caracteres...

Y descubrí que, realmente, ese insulto no me dolía. Que podía vivir PERFECTAMENTE sin las opiniones de esa chica.

Lo que más me dolía era que alguien, se llamase como se llamase, pensara que soy mala persona.

Y volví a dar otra vuelta de rosca a ese pensamiento, y descubrí que el qué dirán aún importa demasiado.

Y me relajé pensando que YO no me considero mala persona, pero que los otros tienen TODO EL DERECHO DEL MUNDO a pensar que lo soy. A sentirse insultados y responder. A pensar libremente, como yo lo hago, y actuar en consecuencia.

Decidí aprender de esto también, y crecer, seguir creciendo...

Demostrarme SOLO A MÍ MISMA cuán buena o mala soy.

Que cada uno decida...

Yo decidí aprender.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Me olvidé de mí

Me pediste que me describiera. Lo hice...

Y me olvidé de mí.

Te conté anécdotas, te mostré a mi familia. Mis sobrinas, mi abuelita, mi marido, mi niña...

Pero me olvidé de mí.

Terminé el relato, hasta te lo envié. Y, al releerlo, vi que yo no aparecía por ningún sitio.

Te enseñé mi mejor versión...

Pero me olvidé de mí.

He pensado mucho en el porqué. Y resulta que lo habitual desde que me convertí en madre es olvidarme de mí.

Compro la mejor fruta, cocino los mejores platos para mi pequeña...

Y me olvido de comer yo.

Le busco las mejores ropas, los mejores complementos...

Y me olvido de ponerme guapa.

Que mi hombre esté cómodo, que mi abuelita pase sus últimos días lo mejor posible, que a mis sobrinas no les falte un beso...

Y me olvido de mí.

En el trabajo, que todos sean felices, que se sientan valorados, que se formen, que crezcan, que vuelen...

Y me olvido de mí.

Que mis amigas se sientan escuchadas, comprendidas, queridas...

Y me olvido de mí.

Puede que vaya siendo hora de recordarme.

De ponerme guapa, de mirarme, de sentirme, de escucharme y comprenderme.

Puede que sea hora de valorarme, de vivirme.

Hora de dejar de olvidarme de mí...

Gracias, querida Tri. Por recordarme que también estoy.