jueves, 28 de junio de 2012

Mi granito de arena... Por un sueño feliz

Leí "Duérmete, niño" (E. Estivill y S. de Béjar, 1995) estando embarazada. Creí que era el único método eficaz, me adelanté a la vida y pensé que mi pequeña tendría problemas de sueño, "como todos los bebés".

Creí cada una de las palabras de aquel libro que hoy, con mi niña en brazos, me parece una aberración.

En ese momento, al terminar el libro, creí tener muy claro qué haría cuando la peque naciera. Creí que era por su bien.

Suerte que mi instinto gritó más fuerte que esas creencias.

Suerte que no la dejé llorar ni una sola vez.

Suerte que, al cabo de unos meses, supe gracias a la tribu de mamás tuiteras que aquello que gritaba mi instinto no era tan raro, y que (gracias!) el método Estivill no sólo no era el único, sino el peor (esta sí es opinión personal). Nunca les sabré agradecer lo suficiente.

No sé qué tipo de problema tiene Estivill. Supongo que cree realmente que dejar llorar a un bebé es bueno (si no, no lo defendería a ultranza). Pero es entonces cuando me pregunto de qué pasta está hecho. Porque cualquier corazón, por frío que sea, se estremece, por naturaleza, ante el llanto de un niño.

Hoy mi pequeña tiene ya 7 meses. Duerme perfectamente. No la he dejado llorar ni un solo día, ni un solo minuto.

Todas las mañanas, sobre las 6h, empieza a inquietarse en su cunita. Es el momento de venir a la cama con sus papis.


(la peque, con papi)

Puedo asegurar que es el mejor momento del día.

Ver su carita de auténtica paz, cerrando sus ojitos muy lentamente, al recibir mis caricias suaves.

Dejarme arropar por su abrazo.

Sentir cómo se abandona al sueño más profundo.

Dormimos así, abrazadas, un par de horitas más (siempre que el trabajo me lo permite. Cuando no, duerme con papi).

Y no hay nada mejor que despertar con su sonrisa, esa que ilumina mis días.

Ojalá esta "rutina" dure mucho tiempo. Ojalá, dentro de unos años, sea ella misma quien venga solita a nuestra cama, dando pequeños pasitos, arrastrando sus pies chiquititos.

Siempre será bien acogida, porque sé que es lo mejor para los tres.

También sé que, irremediablemente, llegará un día en que no le apetezca dormir con mami y papi.

Llegará un día en que, de forma natural, querrá dormir solita en su habitación.

Ojalá llegue tarde ese día (y no me prive de ese momento especial), pero sé que llegará.

Sin llantos. Sólo amor, y absoluta paz.


2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu experiencia y lo bonito que lo has descrito. También me ha gustado que a pesar de haber leído el libro (yo también lo hice) hayas sabido escuchar actúa instinto pues hay padres que no lo hacen nunca y los hijos sufren las consecuencias.
    Un fuerte abrazo y por aquí me quedo

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    1. Silvia!!!! No te había contestado!!! Y hace más de un año!!! :((( Sé que sabrás perdonarme, eran mis inicios y creo que estaba tan acostumbrada a que nadie comentara, que me pillaría por sorpresa! jiji
      Gracias, cielo. La de vueltas que ha dado la vida en un año...
      Muaaaaaaa

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