lunes, 6 de abril de 2015

Desde mi cueva

Dice Carolina Cerezuela, presentadora de televisión y esposa de deportista de élite, que ha decidido "quedarse en la cueva a cuidar de sus crías". 
La felicito, por varias razones. 
La primera, porque puede permitírselo económicamente. 
La segunda, por haberlo dicho en voz alta, en un mundo machista en el que decir algo así puede suponer cavar su propia tumba. 

Igual que ella, yo también lo decidí, pero en mi caso era simplemente una utopía: económicamente inviable. Aún así, no he dejado de repetir, a quien me quiera escuchar, que mi sitio es estar con mi hija, que a mí lo que me hace sentir realizada es ser madre. Que es mi única ambición. 

Es un deseo por cumplir, un sueño inalcanzable, y me llueven críticas por todos lados. 
Que qué "maruja", que cómo voy a permitir ser una "mantenida", que qué machista, que me arrepentiré, que "se necesita salir y ser algo más que madre"... Y un largo etc. 
Estoy segura de que quien me lo dice lo siente de veras, que ellas (sí, casualmente todo son mujeres) sí necesitan un ascenso, un grupo de adultos donde hablar de temas "adultos", una salida nocturna, una cena de empresa. Yo no. No lo necesitaba, evidentemente, cuando me arrancaron literalmente a mi niña del pecho, aún no había cumplido los cinco meses. Y NO lo necesito ahora, tres años más tarde. 
¿No lo necesitaré nunca? Supongo que sí, que llegará un momento en que la naturaleza me invite a buscar satisfacciones complementarias. Pero ahora, no. 

¿Y si hubiera cumplido mi sueño? ¿Y si me hubiera podido permitir "quedarme en la cueva"? Pues si hubiese estado tres años "fuera del mercado laboral", ahora me sería increíblemente difícil encontrar un sitio donde no me miraran por encima del hombro. Donde entendieran que fue una decisión natural, que no soy menos trabajadora por ello, que todo son etapas, que querer ser madre de forma CONSCIENTE no significa que voy a faltar cada vez que mi niña tosa, o que no van a poder contar conmigo si surge un imprevisto, o que no voy a implicarme, que no voy a ser "productiva". 

Lo veo cada día. Mujer trabajadora, bien considerada en su empresa, se queda embarazada... Caras largas en los jefes. "Se acabó", se atreven a decir algunos. Como si fuera una consecuencia irremediable: mujer buena trabajadora se convierte en mala cuando es madre. Causa-efecto demoledor. 

(Ojo que también veo situaciones que me ponen los pelos de punta en algunas madres trabajadoras... "Aprovechar" su situación de madre para no cumplir cuando toca, o incluso "amenazar" con pedir reducción de jornada por guarda legal cuando algo no gusta, como si fuera un arma arrojadiza en lugar de un derecho del menor. 
Que no sé si son estas situaciones las que han contribuido a la "mala imagen" de la madre trabajadora, pero desde luego, ayudan más bien poco.) 

He soñado ser Carolina Cerezuela, quedarme en mi cueva, poder tener más crías y cuidarlas como manda la naturaleza. Sin más preocupaciones que pañales, teta, gateo. 
Sin más conversaciones que "qué poco duerme", "qué rápido se hace mayor", "mira cómo sonríe".
Sin más remuneración que sonrisas al despertar, carcajadas a media tarde y muchos tequiero antes de dormir. 
No he dejado de sonreír en mi sueño. No había sombras. Por fin me sentía realizada. 

¿Se encontrará Carolina con esas críticas? ¿Ser famosa le libra de ser juzgada o todo lo contrario? En cualquier caso, si me pongo en su lugar... Desde la tranquilidad de mi cueva, encajaría mucho mejor cualquier insulto. 



1 comentario:

  1. Me entristece mucho esta crítica por todo, he leído mucho sobre sus declaraciones. Si trabaja porque trabaja y si deja de trabajar porque lo deja. No entiendo nada. Me parece perfecta su decisión. Esta en su derecho porque es su vida, sus hijos y la decisión solo es suya. Yo me reduje jornada y, si hubiera podido, hubiera dejado mi trabajo para quedarme en casa con mis hijas, de eso no tengo duda. Y al que no le guste, que no mire. ¡Besos!

    ResponderEliminar